infalibilidad-falibilidad.
SUPUESTOS INVALIDOS DE INFALIBILIDAD

No te enojes con la Iglesia (10)



Infalibilidad-falibilidad.
Domingo 17 de octubre de 2004.

Autor: Paulino Quevedo.
Dr. católico, filósofo, laico y casado.


Hola, amigos:

Los avances en el conocimiento de la infalibilidad obligan a revisar y reconocer que algunas doctrinas pudieron ser enseñadas como infalibles, sin serlo; y que tal posibilidad se ha dado de hecho en el pasado.


Breve preartículo
Infalibilidad-falibilidad.
El tema de la infalibilidad es ya viejo en la historia de la Iglesia y de la Teología. Como veremos en el presente artículo, la infalibilidad ha existido en la Iglesia desde sus inicios, pero su conocimiento fue al principio muy genérico, poco preciso, y durante siglos los avances quedaron entre discusiones de teólogos, y como tales no tenían un carácter normativo que fuera realmente vinculante en lo referente a la fe de la Iglesia universal. Tal avance tuvo que esperar hasta el tiempo del Concilio Vaticano I (siglo XIX) gracias a la proclamación del Dogma de la Infalibilidad Pontificia.
Infalibilidad-falibilidad.
A fin de no repetir aquí muchos textos y argumentos pertinentes o de interés, debido sobre todo a la falta de espacio en un artículo como éste, podrá ser de mucha utilidad consultar diversos artículos de mi serie Investigación teológica

, sobre todo los numerados del 7 al 14. Además de tales posibles consultas, será conveniente reproducir ahora el texto del Dogma de la Infalibilidad Pontificia, para tenerlo a la vista:

    “Así, pues, Nos, siguiendo la tradición recogida fielmente desde el principio de la fe cristiana, para gloria de Dios Salvador nuestro, para exaltación de la fe católica y salvación de los pueblos cristianos, con aprobación del sagrado Concilio, enseñamos y definimos ser dogma divinamente revelado: Que el Romano Pontífice, cuando habla ex cátedra —esto es, cuando cumpliendo su cargo de pastor y doctor de todos los cristianos, define por su suprema autoridad apostólica que una doctrina sobre la fe o las costumbres debe ser sostenida por la Iglesia universal—, por la asistencia divina que le fue prometida en la persona del bienaventurado Pedro, goza de aquella infalibilidad de que el Redentor divino quiso que estuviera provista su Iglesia en la definición de la doctrina sobre la fe o las costumbres; y, por tanto, que las definiciones del Romano Pontífice son irreformables por sí mismas y no por el consentimiento de la Iglesia.

    "(Canon.) Y si alguno tuviere la osadía, lo que Dios no permita, de contradecir a esta nuestra definición, sea anatema".

    Concilio Vaticano I, Denz

    ., nn. 1839-1840; Denz.-Sch., nn. 3073-3075.

Este dogma fue proclamado por el Papa Pío IX, con aprobación del Concilio Vaticano I, en 1870. En realidad no hace otra cosa que definir el sentido preciso de la doctrina cristiana en lo que se refiere a la infalibilidad del magisterio de los sucesores de Pedro, que son los Papas.
Infalibilidad-falibilidad.
Aunque los artículos de esta serie pueden leerse independientemente, hay entre ellos una relación; debido a lo cual se aprovechará mejor la lectura de cada uno si se relaciona con la de los otros, que pueden encontrarse activando el vínculo que se ofrece en seguida:

No te enojes con la Iglesia Infalibilidad-falibilidad.


Cuerpo del artículo Infalibilidad-falibilidad.
Infalibilidad-falibilidad.
Aquí, en el inicio del cuerpo del artículo, lo mismo en éste que en los siguientes artículos de esta serie, reproduciré, para tenerla a la vista, la lista de 20 males que representativamente se han dado en la Iglesia a lo largo de su historia; lista que fue elaborada en el artículo Algunos males que se han dado en la Iglesia. De esta forma será más fácil referirse a cualquiera de ellos, por el número que ocupa en la lista, siempre que sea conveniente. He aquí la reproducción de la lista: Infalibilidad-falibilidad.
  1. Ya entre los Apóstoles, Judas traicionó al Señor, Pedro lo negó y todos lo abandonaron en la Cruz, excepto Juan.
  2. Aparecieron las herejías.
  3. Los Pastores adquirieron poder temporal.
  4. Los Pastores adquirieron riquezas y tierras.
  5. Se permitió que el pueblo fiel permaneciera en el analfabetismo, a pesar de que éste no existiera en el pueblo hebreo.
  6. La obra redentora dejó de enfocarse de manera antropocéntrica, porque equivocadamente la fueron enfocando de manera sacrocéntrica, y todo se fue haciendo difícil.
  7. La moral se fue haciendo rigorista y represiva, y también laxa; sobre todo rigorista y represiva en lo sexual, y laxa en lo referente a las riquezas.
  8. Los Pastores provocaron los dos grandes cismas, el de Oriente y el de Occidente.
  9. La Santa Sede adquirió ejércitos.
  10. Se lanzaron las Cruzadas.
  11. Se lanzó la Inquisición y millares de personas murieron en la hoguera.
  12. Los anatemas se usaron profusamente y se confundieron con definiciones dogmáticas, que son infalibles; y por eso se consideraron como infalibles algunas enseñanzas que no lo eran.
  13. Los Pastores implícitamente se declararon superiores a los simples fieles, anatematizando al que dijera que el celibato no es superior al matrimonio.
  14. Las facultades de Teología estuvieron cerradas a las mujeres y a los laicos prácticamente hasta el tiempo del Concilio Vaticano II.
  15. Se abrió la posibilidad de anular matrimonios en cantidades escandalosas; y muchas de esas anulaciones son verdaderos divorcios disfrazados, que han destrozado multitud de familias cristianas.
  16. Se han atropellado algunos derechos humanos, como el de libertad religiosa, el de opinión, el de expresión y el derecho a la información.
  17. Muchos Pastores se han hecho prepotentes, se han otorgado fueros a sí mismos y, entre ellos y el clero en general, han cometido muchos abusos y dado muchos escándalos.
  18. Se ha permitido, y hasta favorecido, la pena de muerte y la llamada guerra justa.
  19. La investigación teológica está en la actitud de "la bien pagada", exagerando el valor del tomismo y arrastrando doctrinas teológicas que hoy son insostenibles.
  20. Consecuencia del inciso anterior es el desprestigio de la Teología en el mundo científico de hoy.

Siempre se ha creído que los Pastores de la Iglesia gozan de infalibilidad Infalibilidad-falibilidad.
Infalibilidad-falibilidad.
Como ya hemos visto en artículos anteriores, en general no se pretende aquí tratar en detalle todos los males arriba listados, sino sólo tomar conciencia de que han tenido lugar; la mayor parte de ellos son claros, excepto quizá los siguientes: 6, 7, 12 y 13. En el artículo anterior de esta serie vimos el 6 y el 7; ahora veremos el 12 y el 13. Pero antes de eso nos convendrá darnos una idea de cómo se entendía la infalibilidad en tiempos pasados, ya que en la Iglesia siempre se ha pensado que el Magisterio goza del privilegio de la infalibilidad, al menos en algunos casos. Los textos que siguen están entresacados, en avance cronológico, de una enciclopedia enfocada a temas preferentemente filosóficos y teológicos con criterios católicos. Infalibilidad-falibilidad.

    "Por lo que se refiere a la Sagrada Escritura, aun cuando el término [infalibilidad] no exista, el contenido está presente en la misma. Días antes de su Ascensión, Jesús envía a sus apóstoles a predicar a todo el mundo cuanto Él les ha enseñado (Mc 16,15; Mt 28,19-20). Llegado el momento oportuno recibirán el Espíritu Santo, que les enseñará toda la verdad y serán sus testigos hasta los confines de la tierra (Act 1,8; Io 16,13). Éste es el objeto y éstos son los límites de la predicación apostólica".

    "Por otra parte, el objeto de la predicación apostólica es Palabra de Dios, Verdad infinita y por lo mismo infaliblemente verdadera. Por otra, los apóstoles proclaman esta Palabra en virtud de una misión divinamente recibida y para su realización cuentan con la ayuda eficaz y constante del mismo Señor que los ha enviado y del Espíritu, que es Espíritu de verdad".

    "Los Padres apostólicos en el orden doctrinal se caracterizan por su fidelidad total a lo recibido de los apóstoles. Nada se puede aceptar que no se haya recibido de los discípulos del Señor. Todos se agrupan en torno a los presbíteros para vivir de la Palabra recibida. Se guarda fielmente el depósito heredado y se trasmite lo que se ha recibido".

    "En los tres primeros siglos, por consiguiente, la Iglesia tiene una gran preocupación: defender, conservar y trasmitir con toda exactitud el mensaje revelado por Cristo y confiado a ella por los apóstoles. Este mensaje revelado es la Verdad que no puede ser alterada, porque es la misma Verdad de Dios. Para su seguridad la Iglesia establece un primer criterio de garantía: la sucesión apostólica. Allí donde se pueda establecer una conexión entre el obispo de una iglesia local y un Apóstol, allí está la verdadera doctrina".

    "En esta literatura, no existe el término infalibilidad, pero sí la idea de una Iglesia que conserva y ha conservado y que conservará en el futuro, inviolable, su fe porque para cumplir esa misión cuenta con la asistencia del Espíritu Santo".

    "La Iglesia está libre de error porque la magnificencia de Dios no podía dejar de ofrecer a todos la posibilidad de una fe estable".

    Gran Enciclopedia Rialp, voz infalibilidad.

El término infalibilidad aparece a mediados del siglo XIV en la literatura teológica, pero ya desde antes se usaba el de inerrancia. La idea era la misma. En los textos anteriores, tomados de un breve y rápido repaso histórico de la infalibilidad, puede apreciarse que en el pasado ésta era entendida de manera muy poco precisa: la Iglesia está libre del error, etcétera, etcétera. Los estudios y precisiones de los teólogos no tenían reconocimiento oficial ni fuerza vinculante para la fe de los fieles, sobre todo porque no gozaban del privilegio de la infalibilidad. La unanimidad de todo el pueblo de Dios en determinado tema, e incluso de todo el Colegio Episcopal, es prácticamente imposible de constatar. Y es muy importante que los límites de la infalibilidad sean definidos de manera infalible. Esta misma exigencia pone de manifiesto que la infalibilidad no proviene del dogma que la precisa y define —a fin de evitar un círculo vicioso del pensamiento—, sino de la voluntad de Cristo mismo. A mayor abundamiento, puede verse mi artículo La infalibilidad pontificia

.


Los anatemas se usaron profusamente y se confundieron con definiciones dogmáticas Infalibilidad-falibilidad.
Infalibilidad-falibilidad.
Comenzaré por aclarar un poco el inciso 12 de la lista de arriba, referente a que los anatemas se usaron profusamente y se confundieron con definiciones dogmáticas, que son infalibles; y por eso se consideraron como infalibles algunas enseñanzas que no lo eran. Como podemos ver en el texto del Dogma de la Infalibilidad Pontificia, citado arriba, las definiciones ex cátedra del Romano Pontífice, las que son dogmáticamente infalibles, son irreformables por sí mismas; pero los anatemas son reformables, por ser disciplinares; luego, los anatemas no son definiciones infalibles. Así de sencillo. Y en ese texto lo vemos con toda claridad, pues el primer párrafo se dedica a definir infaliblemente una verdad de fe, mientras que el segundo anatematiza al que la contradiga. Son cosas distintas definir infaliblemente y anatematizar.
Infalibilidad-falibilidad.
Además, las definiciones dogmáticas versan sobre verdades destinadas a ser creídas, expresadas en oraciones enunciativas, mientras que los anatemas son mandatos expresados en oraciones imperativas. Para profundizar en esto se puede ver mi artículo Las definiciones dogmáticas infalibles

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Infalibilidad-falibilidad.
De otra parte, la Iglesia quedaría en entredicho si una sola proposición —supuestamente de fe— resultara ser falsa, y son fuertes las cautelas que Ella impone para que una doctrina sea considerada infalible; una de ellas es la presunción jurídica de que una doctrina es falible mientras no conste su infalibilidad: “Ninguna doctrina se considera definida infaliblemente, si no consta así de modo manifiesto” (Código de Derecho Canónico, canon 749, 3). Vale la pena notar que esta exigencia no es tal porque la imponga el Derecho, sino que el Derecho la impone porque responde a las exigencias de la realidad.
Infalibilidad-falibilidad.
Pues bien, en conformidad con todo lo anterior, en la Iglesia debería ser obligado revisar las verdades que en el pasado han sido consideradas por algunos como infaliblemente definidas —pues en esto los teólogos difieren—, para averiguar si cumplen con todos los requisitos de la infalibilidad, tal como ha sido infaliblemente precisada y definida en el Concilio Vaticano I. Y puesto que los anatemas han sido considerados por algunos como definiciones dogmáticas, importa mucho aclarar que las verdades que estén supuestamente definidas por anatemas no gozan de la infalibilidad, es decir, no son de fe.
Infalibilidad-falibilidad.
Lo tremendo es que tal revisión no se ha hecho, y que se siguen considerando como verdades infaliblemente definidas algunas que sólo cuentan a su favor con el aval de uno o varios anatemas. Y luego esa consideración se convierte en tradición, y esa tradición se confunde con la Sagrada Tradición. Y también algunas definiciones comunes —como las aclaraciones o precisiones que aparecen en los diccionarios— se han confundido con definiciones dogmáticas, que son infalibles. Muchos casos de éstos pueden encontrarse en el Concilio de Trento. Se trata de una deficiencia muy peligrosa, y en lo que sigue veremos, como ejemplo extremo, que incurren en ella el Concilio de Trento y el Papa Pío XII.


Los Pastores implícitamente se declararon superiores a los simples fieles Infalibilidad-falibilidad.
Infalibilidad-falibilidad.
Procuraré ahora aclarar el inciso 13 de la lista de arriba, referente a que los Pastores implícitamente se declararon superiores a los simples fieles, anatematizando al que dijera que el celibato no es superior al matrimonio. En el rito latino de la Iglesia Católica el celibato sacerdotal ha sido prescrito de diversas formas al menos desde principios del siglo IV. Posteriormente, en el Concilio de Trento (siglo XVI) se lanzó el siguiente anatema: Infalibilidad-falibilidad.

    "Si alguno dijere que el estado conyugal debe anteponerse al estado de virginidad o de celibato, y que no es mejor y más perfecto permanecer en virginidad o celibato que unirse en matrimonio (cf. Mt. 19, 11 s; 1 Cor. 7, 25 s, 38 y 40), sea anatema".

    Denz., n. 980; Denz.-Sch., n. 1810. Del Concilio de Trento, cánones sobre el Sacramento del Matrimonio, sesión 24, canon 10).

En conformidad con este anatema, el estado conyugal o matrimonial es de inferior perfección que el estado de celibato apostólico o por amor al Reino de los Cielos; celibato que está implícito en el llamado estado de virginidad. Por tanto, si los Pastores y sacerdotes del rito latino son célibes, con este anatema implícitamente se declararon superiores a los simples fieles, es decir, a los laicos y en general a los que no viven en el estado de celibato. Yo no critico el celibato ni la virginidad, ni los diversos motivos por los que conviene que el celibato se vincule al sacerdocio. Yo también venero el celibato y la virginidad. Todo lo que digo es que el anterior anatema no es una definición dogmática, ni goza de la infalibilidad, ni garantiza ninguna verdad de fe, aunque en el pasado pudiera pensarse lo contrario por no estar suficientemente desarrollado el conocimiento de la infalibilidad. Éste es uno de los anatemas que debería ser revisado, porque afecta a toda la cristiandad.
Infalibilidad-falibilidad.
Si nos ponemos hoy a criticar acremente los anatemas dados en Trento, seremos anacrónicos: no podemos pedirle a Trento que hable con el estilo de hoy. Trento es Trento, y hoy es hoy; y hay que entender lo que se dijo en Trento con el estilo de Trento. Pero también es verdad que hoy tenemos que defendernos de los anatemas de Trento como mejor se pueda hoy; lo cual hace necesario, al menos algunas veces, como ésta, sacar a la luz algunas deficiencias del estilo que Trento usó en su tiempo. Porque el estilo de Trento no hace que los anatemas sean definiciones infalibles, ni hace que sea de fe algo que no lo es. Hechas estas aclaraciones, seguimos siendo amigos de Trento, lo mismo que de todos los concilios, y de todas las enseñanzas y amonestaciones del Magisterio.
Infalibilidad-falibilidad.
El hecho es que en nuestro mundo cada día se cuestiona más y se ataca más el celibato, tal vez porque no se entiende cuál es su valor; y también porque se piensa que las personas célibes dejan de lado otras realidades valiosas, aceptadas por todos, como la procreación y el trabajo profesional; realidades que corresponden a la doble misión de multiplicarse —procreando— y dominar la Tierra —trabajando— que Dios les dio al hombre y a la mujer desde el momento en que los creó: Infalibilidad-falibilidad.
    "Y creó Dios al hombre a imagen suya; a imagen de Dios lo creó; macho y hembra los creó. Y los bendijo Dios y les dijo Dios: «Procread y multiplicaos y henchid la tierra y sometedla y dominad sobre los peces del mar y las aves del cielo y todos los animales, que se mueven sobre la tierra». ... Tomó, pues, Yavé Dios al hombre, y lo puso en el jardín de Edén para que lo trabajase" (Génesis 1, 27-28 y 2, 15).
A muchos les resulta hoy muy difícil comprender y aceptar que el celibato sea valioso en sí mismo, si no cumple con la misión divina de procrear y trabajar, como sucede, por ejemplo, en el caso de una monja contemplativa y enclaustrada.


Lo dicho por Pío XII Infalibilidad-falibilidad.
Infalibilidad-falibilidad.
El celibato, implicado en la expresión virginidad cristiana, ha sido presentado y propuesto como una forma de vida que busca únicamente las cosas divinas y agradar a Dios en todo, como puede apreciarse en el siguiente texto del Papa Pío XII:
    "Tal es la finalidad principal y la razón primaria de la virginidad cristiana, a saber, dirigirse únicamente a las cosas divinas poniendo en ello la mente y el corazón; querer en todas las cosas agradar a Dios; pensar en Él constantemente y consagrarle por completo cuerpo y espíritu" (Pío XII, Sacra virginitas, n. 15 de la versión en inglés).
Tal forma de presentar la virginidad y el celibato es, quizá, lo que convence cada vez menos a los hombres y mujeres de hoy, aun católicos, quienes se hacen preguntas como la siguiente: ¿Cómo es posible que el hombre —o la mujer— se dirija únicamente a las cosas divinas, y agrade a Dios en todo, precisamente a través del abandono de las dos misiones que Dios le dio al momento de crearlo?
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Preguntas de este tipo han empezado a formularse y consolidarse modernamente, y con éxito, en detrimento del prestigio que el celibato ha venido teniendo en la Iglesia a lo largo de los siglos. Y se han ido consolidando con éxito porque no han tenido una respuesta satisfactoria y convincente. En honor a la verdad, hay que reconocer que la pregunta anterior es una buena pregunta, y que está muy bien formulada. Lo que hoy queda claro es que el anatema de Trento no fue ni es una respuesta satisfactoria y convincente. Para sostener definitivamente que el estado de celibato es mejor que el de matrimonio haría falta una definición dogmática, para que sea algo infalible. Mientras tanto, la cuestión queda abierta a la investigación teológica.
Infalibilidad-falibilidad.
Lo tremendo del asunto es que la cuestión no se revisa —como sucede con otras—, sino que se sigue tomando el anatema de Trento como si fuera una definición dogmática, es decir, como si no se hubiera avanzado en el conocimiento de la infalibilidad, incluso con la definición infalible del Dogma de la Infalibilidad Pontificia. Así lo hizo en 1954 Pío XII con la Sacra virginitas, saliendo al paso del manifiesto declive en la estimación general del celibato, incluido el mundo católico. Su actitud consistió en reforzar el valor del celibato diciendo que en el Concilio de Trento se había definido como dogma de fe divina su superioridad sobre el matrimonio: Infalibilidad-falibilidad.

    "Esta doctrina, que establece las ventajas y excelencias de la virginidad y del celibato sobre el matrimonio, ya fue puesta de manifiesto por el Divino Redentor y por el Apóstol de las Gentes, según más arriba dijimos. Y, asimismo, en el Concilio de Trento fue solemnemente definida como dogma de fe divina".

    Sacra virginitas

    , n. 32 de la versión en inglés. Referencia al Concilio de Trento, sesión 24, canon 10; cita reproducida arriba.

    Lo que resulta verdaderamente extraño es que a mediados del siglo XX, y conocida ya la doctrina sobre la infalibilidad dada en el Concilio Vaticano I, Pío XII haya dicho eso. Cualquiera que analice los documentos de Trento puede darse cuenta de que ahí, objetivamente, no se dio tal definición dogmática o dogma de fe divina; y sin que tal observación pueda considerarse como una falta de respeto al Papa Pío XII. Incluso el Código de Derecho Canónico de 1917 indicaba ya, desde antes del pontificado de Pío XII, la improcedencia de tener por definida dogmáticamente doctrina alguna, mientras eso no constara manifiestamente: Infalibilidad-falibilidad.

      "No se ha de tener por declarada o definida dogmáticamente ninguna verdad mientras eso no conste manifiestamente" (canon 1323, 3, del Código de 1917).

    La verdad es que la superioridad del celibato sobre el matrimonio tampoco fue definida dogmáticamente de modo menos solemne en Trento, ni ha sido definida dogmáticamente nunca. Si alguien tiene noticia de una tal definición dogmática, que sea auténtica, le pido el favor de que me proporcione los datos correspondientes. En la Iglesia es de gravísima importancia lograr que se cierre toda posibilidad de que llegue a considerarse como dogma de fe lo que no haya sido definido infaliblemente. Hay que pedir al Espíritu luces para todos: fieles, teólogos y Pastores. Además, no es razonable que se infravalore el matrimonio a fin de alabar el celibato, tema del que tratará el siguiente artículo.


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