RIGORISMO AL EVANGELIZAR

Nueva evangelización y más fiel (4)




Sigamos el mandato de Nuestro Señor y tratemos a los demás como quisiéramos que nos trataran a nosotros: no seamos rigoristas, ni siquiera con nosotros mismos.

Esta serie de artículos responde a la necesidad de una nueva evangelización, de la que se habla hoy mucho en la Iglesia, y a la que incluso nos exhorta el Papa Juan Pablo II. La nueva evangelización es necesaria para lograr evangelizar a todo el mundo, y también para reevangelizar a muchos pueblos que están abandonando el cristianismo, al menos en el sentido de un ateísmo práctico, como sucede en gran parte de Europa. Inicié estos artículos porque pienso tener algo importante qué decir, ya que estoy convencido de haber descubierto cuál es la clave de la nueva evangelización o, de manera más sencilla,la clave de la evangelización o clave para evangelizar, dado que esa clave ha sido siempre la misma, pero la hemos descuidado; más aun, todo indica que ni siquiera la habíamos conocido, pues de otra forma no se explica tal descuido.
Rigorismo al evangelizar.
El solo hecho de poder decir que de otra forma no se explica tal descuido, nos hace comprender, de una buena vez, que lo que hemos venido haciendo mal a lo largo de estos dos milenios no ha sido con mala intención. Estoy convencido de que la vida habitual de la Iglesia, excepción hecha de algunas manchas humanas vergonzosas, ha discurrido con buena intención; pero aun así, nos encontramos en la crisis del incumplimiento, porque en dos milenios no hemos logrado cumplir el mandato de Cristo de evangelizar y bautizar a todos los pueblos (cfr. Mateo 28, 19-20). De hecho sólo hemos logrado que el 0.4% de la población actual viva el cristianismo razonablemente bien.
Rigorismo al evangelizar.
Al hablar de rigorismo al evangelizar, lo que pretendo es al menos tratar de explicar alguna de las causas de que, teniendo buena intención, no hayamos logrado evangelizar al mundo. No pretendo reclamar nada, sino tratar de explicar algo; y también proponer algunos cambios a realizar, gradualmente y también con buena intención, a fin de rectificar algunos aspectos del rumbo que hemos seguido en el pasado, y de tal forma estar en mejores condiciones para poder llegar a la meta deseada.
Rigorismo al evangelizar.
Aunque los artículos de esta serie pueden leerse independientemente, hay entre ellos una relación; debido a lo cual se aprovechará mejor la lectura de cada uno si se relaciona con la de los otros, que pueden encontrarse activando el vínculo que se ofrece en seguida:

Nueva evangelización y más fiel


Por qué surge el rigorismo
Rigorismo al evangelizar.
De manera semejante a lo que sucede con el afán de poder, el rigorismo puede surgir en la Iglesia de un modo común, vulgar, semejante al del resto de la humanidad; así sucede, por ejemplo, cuando ciertos maestros cristianos le toman ojeriza a alguno o algunos de sus alumnos, y también cuando ciertos directores espirituales le toman ojeriza a alguno o algunos de sus dirigidos; y también cuando alguien se exige demasiado a sí mismo. Pero no quiero ahora hablar de eso, tan trillado y conocido ya, sino del rigorismo que es peculiar precisamente por darse entre los Pastores de la Iglesia y por derivarse de un anhelo de buena dirección, cuyo fin es llevar a la grey cristiana por mejores caminos de santidad.
Rigorismo al evangelizar.
Me atrevo a decir que el rigorismo es siempre malo; sin embargo puede surgir con buena intención, sobre todo por motivos de responsabilidad, esto es, por el deseo de que las obligaciones y metas a lograr no se queden sólo en buenos propósitos, sino que se logren en la realidad: no se quieren buenos deseos ni disculpas, sino resultados. La responsabilidad de cumplir con la parte humana puede llevarnos a la distracción o al olvido de que la parte principal es la divina. Tal actitud puede conducir a exigencias excesivas y a rigideces respecto a las metas a lograr y respecto a las fechas en que se han de lograr; y también respecto a las normas, principios y criterios que se han de seguir a fin de lograrlas: el apretar las tuercas comienza a verse como una señal de "buen espíritu". Y entonces Dios puede pensar algo como esto: ¿Quieres hacerlo todo tú? Muy bien, veamos cómo te resulta.
Rigorismo al evangelizar.
Y así, el natural descanso tiende a verse como pereza; las actividades culturales tienden a verse como pérdidas de tiempo; la compra de buenos instrumentos de trabajo tiende a verse como despilfarro o como falta de pobreza; la iniciativa personal tiende a verse como soberbia o desobediencia, etcétera. En general, el rigorismo tiende a interpretar que hay aflojamiento en la vida cristiana, falta de entrega, mal espíritu, etcétera. Entonces empieza a verse bien que los predicadores prediquen fuerte y, lo que es peor, que el dogma y la moral sean interpretados de manera excesivamente estricta y exigente,rigorista, en una palabra, en detrimento de la caridad y de la confianza en Dios.
Rigorismo al evangelizar.
El rigorismo trata de asegurar la santidad y el buen espíritu de los cristianos, y, de ser posible, también su impecabilidad. Como ejemplo típico de rigorismo, siempre me llamó la atención que los profesores de Teología habitualmente sonrieran al explicar la eternidad del Infierno, casi como si disfrutaran ante la certeza de que los malospadecerán tremendamente, mientras flotaba en el aire un curioso convencimiento de que nosotros somos... los buenos. Me parece que al explicar la eternidad del Infierno los profesores naturalmente deberían hacerlo con el rostro dolorido, por no decir que deberían romper a sollozar.
Rigorismo al evangelizar.
De tal forma el rigorismo, que siempre es malo, puede surgir en la Iglesia con buena intención, y luego quedarse ahí por años y siglos. Y claro, como es malo, el rigorismo siempre tendrá nefastas consecuencias. Y así, lo que surgió con buena intención en sus inicios, tiene el peligro de convertirse después en algo carente de buena intención, en una connivencia con el mal, o al menos en una cobardía de desenmascararlo o denunciarlo, ante el temor de ser mal vistos por quienes consideran ese rigorismo como una valiosa tradición cristiana. Quien descubre rigorismos debe denunciarlos, del mismo modo que debe hacerlo quien descubre fuego en la casa. Eso es lo que me motiva a escribir todo esto.


Otros ejemplos de rigorismo
Rigorismo al evangelizar.
Me ha tocado escuchar decir de diversas formas, a predicadores que predican fuerte, la conocida afirmación de que es preferible haber muerto mil veces antes que haber cometido el mínimo pecado venial. Suelen decirlo con gran aplomo y satisfacción, como si estuvieran dando la más perfecta doctrina cristiana. Sin duda es un mal cometer el menor pecado venial, pero de ahí a decir que antes que cometerlo es preferible morir, ya no digo mil muertes, sino una sola, hay una gran diferencia; y tanto más la hay si se trata de haber preferido morir en el pasado, antes que cometerlo. Claramente se trata de una afirmación rigorista. Veámoslo con algún detalle.
Rigorismo al evangelizar.
El que prefiere morir antes que cometer el mínimo pecado venial, presente o pasado, es obvio que no está prefiriendo morir suicidándose antes que cometer ese pecado venial mínimo, ya que el suicidio sería un pecado grave. Lo que está prefiriendo es que Dios lo recoja antes de cometer ese pecado venial mínimo en el presente, o que lo hubiera recogido antes de haber cometido ese pecado venial mínimo en el pasado. Ahora bien, ya sea en el presente o en el pasado, es claro que Dios prefirió no recogerlo, sino dejarlo vivir. Esto significa que tal persona, pecadora venial mínima, de haber estado en el lugar de Dios habría obrado de manera distinta de la de Dios, y en el preciso sentido de haber obrado mejor que Dios: ¡le habría enmendado la plana a Dios!
Rigorismo al evangelizar.
Lo que acabo de decir no es broma. Le pido al lector el favor de que lo piense detenidamente. Si Dios prefiere que sigamos viviendo, aunque pequemos venial o mortalmente, ¿por qué hemos de preferir morir? La Sagrada Escritura dice que "no hay hombre que no peque" (1 Reyes 8, 46), y que "el justo cae siete veces y se levanta" (Proverbios 24, 16). ¿Acaso somos mejores que Dios? o ¿le estamos enmendando la plana a Dios? ¡Cuidado!, mucho cuidado, porque la Escritura también dice esto: "El que pretenda enmendarle la plana a Dios, responda" (Job 40, 2).
Rigorismo al evangelizar.
Encontramos algo semejante en la doctrina de las indulgencias, al decir que para lucrarlas el fiel debe cumplir las condiciones habituales con espíritu totalmente alejado del afecto a todo pecado, incluso venial, como puede comprobarse en el siguiente texto:"Se concede la indulgencia plenaria, con las condiciones habituales (confesión sacramental, comunión eucarística y oración por las intenciones del Sumo Pontífice) al fiel que, en el domingo segundo de Pascua, llamado de la Misericordia divina, en cualquier iglesia u oratorio, con espíritu totalmente alejado del afecto a todo pecado, incluso venial, participe en actos de piedad realizados en honor de la Misericordia divina, o al menos rece..." (Decreto sobre las indulgencias; las negritas son mías).Si para obtener la indulgencia plenaria el fiel ha de estar con espíritu totalmente alejado del afecto a todo pecado, incluso venial, entonces, ¿quién puede ganar la indulgencia plenaria? Pues resulta que les es fácil ganarla a quienes menos la necesitan, y difícil a quienes la necesitan más. Y los que pueden ganarla, por estar totalmente alejados del afecto a todo pecado, ¿por qué continúan pecando? Esto es rigorista. No lo sería el que se nos pidiera la disposición de entregarnos a Dios a pesar de nuestros pecados, que en esta vida no logramos evitar del todo, como tampoco logramos erradicar nuestras malas inclinaciones derivadas del pecado original.


Dios quiere realizar su Obra Magna
Rigorismo al evangelizar.
Lo que sucede es que no hemos acabado de entender el plan de Dios, consistente en realizar su Obra Magna, que contiene muchos males y pecados, como vimos desde el primer artículo de la serie No te enojes con la Iglesia. En todas estas incoherencias se aprecia la falsedad de nuestros previos planteamientos. Nuestro rigorismo ha consistido en preferir ser impecables a el don de vivir, como si Dios nos quisiera impecables, cuando en realidad nos prefiere entregados y humildes, para favorecer lo cual permite el pecado.
Rigorismo al evangelizar.
En la práctica muchas veces hemos predicado un cristianismo más de horror al pecado y temor al castigo, que de amor a Dios. Esto es rigorista. Y dentro de tal rigorismo hemos incluido muchas veces la represión, en la forma de renuncia a los dones y facultades que Dios nos dio, o en la forma de una ascesis tendiente a reducir al mínimo actividades legítimas o derivadas de dichos dones; lo cual ha sucedido en diversas asociaciones eclesiásticas, como órdenes religiosas y muchas otras, y que luego se ha difundido al común de los fieles. En seguida se ofrece una lista, que no pretende ser exhaustiva, de realidades humanas que en ciertas ocasiones una ascesis represiva a tendido a reducir significativamente:Rigorismo al evangelizar.Reducir el mirar, oír, imaginar y pensar.Reducir el hablar, leer y escribir.Reducir el propio criterio y el propio juicio.Reducir el comer y beber.Reducir el dormir y descansar.Reducir el caminar, haciéndolo sólo dentro de los límites de un convento o claustro.Reducir el matrimonio, buscando siempre vocaciones al celibato.Reducir al mínimo lo relacionado con el sexo. Se han dado las exageraciones de procurar no mirar el propio cuerpo y de bañarse vestido. Las mujeres han tenido que cortarse el cabello y ceñirse los pechos.Reducir los placeres legítimos y los propios gustos.Reducir el trabajo profesional y la vida activa, procurando ser más Marías queMartas.Reducir la propiedad privada.Religiosos y religiosas han tenido que vestir unos hábitos muy incómodos, que socialmente han llegado a ser vistos como extraños, y que algunos han calificado incluso de ridículos; son atractivos para los jovencitos y jovencitas, quienes con frecuencia piensan tener vocación por la ilusión de vestirlos, pero que en la edad madura llegan a ser una carga.Aunque todas estas formas represivas de rigorismo se vivan o se hayan vivido entre pequeñísimos grupos de cristianos, comparados con la totalidad del pueblo de Dios, dado que la santidad se ha visto como propia de ellos durante casi toda la historia de la Iglesia, el ideal cristiano de santidad se ha visto como algo raro y extraño, poco atractivo, que ha dado lugar a que mucha gente no se acerque a la Iglesia, o a que se aleje de Ella; y también a que los padres de familia se resistan a que sus hijos ingresen a seminarios o conventos.
Rigorismo al evangelizar.
De otra parte, han sido esos pequeños grupos de cristianos los que han evangelizado y difundido el cristianismo, dado que la clave de la evangelización ha sido desconocida; mas por lo mismo, la evangelización general ha sido tan reducida que, después de dos milenios, sólo hemos logrado que el 0.4% de la población actual viva el cristianismo razonablemente bien. Todo indica que hay que reconocer la mencionada clave para evangelizar y aprovechar la fuerza evangelizadora de todo el laicado, incluidos los niños; o podemos seguir igual, y quizá para el año 4000 continuemos en la crisis del incumplimiento por haber logrado que sólo el 0.8% de la población mundial viva el cristianismo razonablemente bien, si es que la segunda venida de Cristo no haya tenido lugar antes.


Algunos rigorismos morales y dogmáticos

Es importante notar que los rigorismos aparecen tanto en lo moral como en lo dogmático, y que en ambos aspectos de la vida cristina hacen sentir sus negativas consecuencias, sobre todo la de alejar de la Iglesia a las personas. A continuación menciono algunos de tales rigorismos:Unir en la practica pastoral dos cosas distintas: la mortalidad del pecado y la gravedad de la materia.Darle en la práctica el favor de la presunción al pecado mortal, en vez de dársela a la gracia. Hablé de esto en mi artículo Nuestra condición de pecadores, y siguientes, en la serie No te enojes contigo.Enseñar que no hay parvedad de materia en los pecados de sexo.Canonizar casi siempre a célibes, y prácticamente nunca a matrimonios.Confundir la infalibilidad con los anatemas. Hablaré de esto en mi artículo Las definiciones dogmáticas infalibles.Enseñar que el estado matrimonial es inferior al de celibato. Hablé de esto en mi artículo Supuestos inválidos de infalibilidad, y siguientes, en la serie No te enojes con la Iglesia.Predicar en muchas ocasiones a un Dios justiciero y castigador.Predicar la eternidad del Infierno del modo más rigorista posible.El rigorismo es un serio obstáculo para que los no católicos se acerquen a la Iglesia, y un estímulo para que muchos católicos se alejen de Ella. A nadie le gusta ser considerado inferior a los célibes, ni que el Papa sea infalible prácticamente en todo, como en tiempos pasados se pensó... y algunos lo quieren seguir pensando. El rigorismo maltrata a las personas, y Nuestro Señor nos dio la clave para evitarlo:"Sabéis que los que gobiernan los pueblos los oprimen y los poderosos los avasallan. No ha de ser así entre vosotros; por el contrario, quien entre vosotros quiera llegar a ser grande, sea vuestro servidor; y quien entre vosotros quiera ser el primero, sea vuestro esclavo. De la misma manera que el Hijo del Hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en redención por muchos" (Mateo 20, 25-28).La buena intención podrá ser un atenuante respecto a nuestros rigorismos, pero no logra evitar los daños que causan. Y de todos los rigorismos quizás el que más aleje de la Iglesia a todo tipo de personas sea la predicación que hemos venido haciendo del Infierno y su eternidad —¡del modo más rigorista posible!—, como si en ello hubiéramos queridolucirnos. En el siguiente artículo comenzaré a desarrollar el tema del Infierno y su eternidad.


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