No te enojes con Dios (3)
La dicha.
Domingo 13 de octubre de 2002.
Autor: Paulino Quevedo.
Dr. católico, filósofo, laico y casado.
Hola, amigos:
Anhelamos ser felices porque fuimos creados para la dicha, mas no parecemos conscientes de ello, ni parece que la busquemos inteligentemente. Más bien andamos como hombres y mujeres masa, tras el dinero y lo que la moda nos dicta.
Breve preartículo
Atinadamente se ha dicho que la moda es lo que pasa, juego de palabras en que se apunta no tanto a lo que sucede, sino más bien a lo que queda atrás. La moda pasa, no dura. La felicidad, en cambio, la dicha, debe ser duradera. ¿Cómo podríamos ser dichosos sabiendo que la dicha se nos acabará? Bien lo decía aquel cuento infantil de la niña que se había encontrado una moneda, y se preguntaba: ¿Qué compraré? Si compro pan, se me acaba; si compro leche, se me acaba... Y al fin decidió comprar cera y popotes para construir una escalera y subir al Cielo. ¿Pueril?
Nos desvivimos por estar a la moda, aun sabiendo que pasará. Esto sucede en muchos campos: en casa, vestido y sustento, en profesiones y oficios, en diversiones y pasatiempos, en actitudes y formas de pensar, en artes y letras... ¡A cambiar de ropa! ¡A cambiar de coche! ¡A cambiar...! Buena parte de nuestro dinero lo gastamos en estar a la moda, en tratar de darle gusto a los caprichos de los demás. Mi padre solía decir, con mucho humor: Gastamos un dinero que no tenemos... en cosas que no necesitamos... para agradar a gente que no nos gusta.
La dicha.
¿Por qué obramos así? Lo hacemos, en buena parte, porque deseamos ser aprobados y aceptados por los demás, para lo cual es conveniente hacer lo que les gusta, parecernos a ellos, uniformarnos a ellos, estandarizarnos con ellos; de todo lo cual van surgiendo el hombre y la mujer masa. Pero luego queremos destacar, que nos admiren, que nos envidien, que nos teman.
Pensamos que alcanzaremos la dicha mediante el uso de los demás para halago de nuestro ego, cuando la realidad es al revés: alcanzaremos la dicha cuando amemos, es decir, cuando entreguemos nuestro ego —cuando nos entreguemos— en beneficio de los demás. La dicha no se consigue interesadamente, buscándola en directo; sólo se consigue desinteresadamente, indirectamente, como de rebote, cuando buscamos la dicha de los demás. La dicha es un premio indirecto al desinterés, al altruismo.
La dicha.
El dinero tampoco proporciona la dicha, pues se ahorra, se invierte o se gasta. Si se ahora o se invierte no proporciona gran atractivo, y si se gasta se acaba. Bueno, a menos que se tenga tanto dinero que no se lo pueda uno acabar en toda la vida. De otra parte dicen que el dinero es “redondo”, y que "rueda", por lo que nunca está tan seguro. De todos modos hay que ganar mucho, mucho dinero; y cuando esto se logra ya no se tiene la juventud necesaria para disfrutarlo. ¿Quiénes lo disfrutarán? Muy probablemente lo harán los nuevos maridos de nuestras viudas. ¿Por qué no buscamos la dicha como Dios manda?
Aunque los artículos de esta serie pueden leerse independientemente, hay entre ellos una relación; debido a lo cual se aprovechará mejor la lectura de cada uno si se relaciona con la de los otros, que pueden encontrarse activando el vínculo que se ofrece en seguida:
No te enojes con Dios
Cuerpo del artículo
La dicha.
En el segundo de los artículos de esta serie invité al lector a tratar de meternos “En la suela de los zapatos de Dios” para encontrar mejores soluciones a sus problemas —ante un supuesto permiso que Él nos diera de proporcionárselas— a modo de un peculiar recurso literario, ejercicio intelectual o truco que nos ayude a comprender mejor por qué las cosas son como son, y por qué Dios obra como obra y gobierna como gobierna. Si el cometido se hace difícil mis reflexiones pueden servir de ayuda, pero cada lector podrá aventurarse por senderos más personales. En esos dos primeros artículos salió a la luz lo siguiente:
El lector podrá considerar ahora si preferiría que las cosas se hubieran hecho de manera distinta en lo que se refiere a los puntos señalados, aunque sean muy sintéticos. En caso de duda o de requerir mayor información, siempre puede recurrir a la lectura de los anteriores artículos mencionados.
Dios creó por amor
La dicha.
Dios no creó por necesidad, ni por conveniencia, como para tener compañía, para no estar solo. Dios no es una soledad; es una Familia Divina: Padre, Hijo y Espíritu Santo. El Padre es el perfectísimo Ser divino en persona; el Hijo es la perfectísima Sabiduría divina en persona; y el Espíritu Santo es el perfectísimo Amor divino en persona.
Este Dios nuestro, Uno y Trino, en su riquísima intimidad es inconmensurablemente feliz. Ninguna creatura podría añadir nada a su acabada y plena felicidad. Si decidió crear, no fue para conseguir nada para Sí mismo, sino sólo por amor, es decir, para comunicar su felicidad a otros.
La dicha.
Dios tampoco creó por el solo gusto de manifestar su poder ni por la sola satisfacción de contemplar su Creación. Creó para comunicar a otros su propia dicha, y como sólo las personas pueden llegar a gozar de la dicha divina, el objetivo principal de su obra creadora fueron las personas: los ángeles y nosotros los hombres, hasta donde tenemos noticia. Creó toda una gama de ángeles y también ha creado —y sigue creando— toda otra gama de seres humanos. Y el resto de sus creaturas lo hizo para beneficio de las que somos personas.
No sabemos con certeza si los ángeles y los hombres somos las únicas personas de la Creación. Tampoco sabemos con certeza si continúa la creación de ángeles, ni si continúa la creación de realidades materiales; pero ciertamente sabemos que Dios sigue creando almas humanas, muchas cada segundo, una para cada concepción. La creación de almas humanas es prácticamente continua. Es de suponer que Dios crea continuamente, aunque nosotros no sepamos qué.
La dicha.
Las personas somos seres inteligentes, espirituales; y hasta donde sabemos, las únicas personas encarnadas en un cuerpo material somos los hombres. Hoy estamos muy inquietos, más que en el pasado, por la posible existencia de extraterrestres. Quizá los haya, y ese caso, por el solo hecho de ser personas habría que amarlos, como también amamos a los ángeles.
Un extraño coctel
La dicha.
Me a gustado llamar extraño coctel al conjunto de realidades que traemos entre manos al tratar de meternos en la suela de los zapatos de Dios en lo que se refiere a la Creación y su gobierno. Tenemos todos los bienes posibles, todos los males posibles que son compatibles con todos los bienes posibles, toda la gama de las creaturas y de las personas, y la búsqueda de la dicha plena de las personas. Los bienes favorecen la dicha de las personas, pero los males la desfavorecen. ¿Cómo arreglar este extraño coctel? ¿Qué le podemos aconsejar a Dios?
El refrán popular dice que el que ríe al último ríe mejor. Este principio de la sabiduría popular nos indica que al final sólo debe haber bienes, o que el bien debe prevalecer sobre el mal. Los males no pueden estar solos, no hay males puros, porque el mal sólo es la carencia del bien debido; para que haya mal hace falta la existencia de un bien al que le falte algo debido, como le faltan los ojos a un hombre ciego. Sólo existen bienes puros y bienes con mezcla de mal. Por tanto, parece que en esta mezcla la proporción de mal habrá de ser grande al principio, y luego ir reduciéndose, hasta llegar a ser nula al final.
La dicha.
Las observaciones anteriores nos permiten dar otra respuesta a una de las objeciones referidas en el artículo de la semana pasada: “Dios podría quitarme mis defectos a fin de incluirme en el mejor de los mundos; y lo mismo podríamos pensar del resto de las creaturas, y entonces el mejor de los mundos no tendría que incluir males”.
La dicha.
Conviene ejemplificar, y para no lastimar a nadie ejemplificaré conmigo mismo. Consideremos que Dios le quitó a Paulino todos sus defectos —y también le dio la vida de la gracia y lo creó ya en la Gloria— a fin de incluirlo en el mejor de los mundos. En este caso Paulino sólo existe en la Gloria, y no antes:
Oct 01, 20 07:41 PM
Index de Paz Cristiana Ensemble Suele Descubrir los Errores de lo Establecido. Se Trata de la Paz Personal, que Sin Duda Contribuye al Logro de la Paz Social.
Oct 01, 20 07:26 PM
Universo mundo abarca todo el universo, galaxias, nuestro planeta y nosotros. Analicemos nuestra esclavitud a lo establecido y busquemos cómo defendernos.
Sep 26, 20 12:03 AM
Familia y paz es lo que debemos lograr y conservar como base de nuestra dicha. Naturalmente, no podríamos ser felices sin haber logrado la paz familiar.
Este sitio web busca la paz, primero personal y luego social. Procura descubrir y corregir los errores que se han establecido en los principales aspectos de nuestras vidas: política, moral, valores, religión, etc. Esto puede verse como algo agresivo, sin que lo sea en realidad. Importa mucho leer con mente amplia y sin prejuicios, con una actitud crítica y constructiva.